Si acaso un día me buscas,
te esperaré en crepúsculos de tarde.
No me hallarás en guerras
ni en fríos soportales.
Porque mi corazón no se detiene
en amargos pantanales,
él vive y se baña
en lunas y azules soles,
vuela como paloma
en campos y verdes valles,
le da a la flor sonrisa
y a la gaviota mares.
Que la vida y el amor no pare,
que en mi casa entre luz y aire,
alejarme de la crueldad quiero,
reniego de las maldades.
Mi puerta sólo está abierta
a poesia, sol y aire,
a los labios de un amante,
a su beso...
y al amor de ese instante.
Angie Ibarra,
de Barcelona
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